La festividad llamada Halloween tuvo sus inicios en un antiguo festejo celta de la era precristiana donde se le hacía homenaje a los muertos.
Los pueblos celtas, que alguna vez se distribuían por toda Europa, dividían el año en cuatro períodos y cada uno de ellos daba inicio con un día de fiesta importante que marcaba el inicio de cada período. De acuerdo con su calendario, el año comenzaba en el día que correspondía al 1 de noviembre de nuestro calendario actual. La fecha marcaba el comienzo del invierno. Y ya que eran un pueblo de pastores, esta fecha era el momento en que y las ovejas tenían que ser trasladados a pastizales más cercanos y el ganado tenía que ser resguardado durante los meses invernales. Los cultivos se cosechaban para almacenarse. La fecha marcaba tanto un final y un comienzo de un ciclo eterno.
Como resultado de sus esfuerzos para acabar con los festejos "paganos", tales como el Samhain, los cristianos tuvieron éxito en la ejecución de grandes transformaciones para ello. En 601 d.c. el Papa Gregorio I emitió un edicto a sus misioneros en relación con las creencias nativas y costumbres de los pueblos que esperaban convertir. En lugar de tratar de destruir las costumbres y creencias de los pueblos nativos, el Papa dio instrucciones a sus misioneros para usarlos: si un grupo de personas adoraban un árbol, en lugar de cortarlo, debería consagrarse a Cristo y permitir que su culto continuará.
En términos de la expansión del cristianismo, esto era un concepto brillante y se convirtió en un enfoque básico que se utilizará frecuentemente en la obra misionera católica. La Iglesia estableció sus días santos a propósito para coincidir con los días sagrados nativos. La Navidad, por ejemplo, se le asignó la fecha arbitraria del 25 de diciembre porque correspondía con la celebración del pleno invierno de muchos pueblos. Del mismo modo, el día de San Juan se encuentra en el solsticio de verano.
Los efectos de esta política disminuyeron pero no eliminaron totalmente las creencias en los dioses tradicionales. La creencia celta en criaturas sobrenaturales persistió, mientras que la iglesia hizo intentos deliberados para definirlas como siendo además de malignas, también peligrosas. Los seguidores de la antigua religión se escondieron y fueron calificados como hechiceros y brujas.
Y por otro lado, algo más cercano a nosotros...¿Crees que es una simple coincidencia que se festeje el Día de Muertos justo después del Halloween?
En México esta festividad tiene un origen prehispánico donde las culturas de ese tiempo creían en la vida después de la muerte. Creían que el espíritu humano era inmortal y existía un lugar adonde llegaban las almas de los muertos.
Los mexicas nombraron a este inframundo Mictlán al que sin distinción alguna de rango ni de riqueza, todos los que morían lo transitaban por igual. Era un lugar peligroso donde se tenían que recorrer nueve niveles descendentes por un camino lleno de obstáculos durante un viaje de cuatro años y al finalizarlo el alma del difunto se encontraría con Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, los dioses del inframundo, quienes le permitirían, finalmente, dormir su sueño mortal.
Actualmente es una celebracíon muy colorida y alegre donde celebramos la muerte como la continuidad de la vida... en otro lugar.