En una ciudad como tantas que existen en el mundo había un señor que
tenía una pequeña panadería. Todos los días hacía unos panes deliciosos:
suaves, dulces al paladar, decorados con
creatividad y buen gusto.
Orgulloso de su oficio solo usaba los mejores
ingredientes. Su pan tenía tanta demanda que no le quedaba para el día
siguiente.
Él estaba tan ocupado en hacer sus panes que no leía
periódicos, veía televisión o escuchaba la radio.
Sus clientes habituales comenzaron a correr la voz. Decían
que eran de los mejores panes que habían probado en su vida y como consecuencia
de esto la clientela se multiplicó y tuvo que aumentar su producción, contratar
ayudantes y comprar un local mayor. Le recomendaron anunciarse con grandes
letreros y ésto hizo que la clientela se incrementara aún más.
Fue tanto el éxito que entonces tuvo la necesidad de pedirle
a su hijo, el cual acababa de terminar la Licenciatura en Administración de Empresas,
que fuera ayudarle a manejar el negocio.
Pero su hijo que si leía periódicos, veía televisión y
escuchaba la radio le dijo: -Papá, ¿acaso no estás informado? Estamos sufriendo
una de las peores crisis del país, la economía y la situación en general es muy
mala. Los precios se elevaron, los impuestos aumentan, la devaluación, etc.
etc. etc. No será posible continuar con
la producción a este ritmo y no vamos a poder vender todo, ¡Tendremos que
recortar gastos urgentemente!
El padre pensó que su hijo debía tener la razón, no había
motivos para dudar de su capacidad administrativa ya que su hijo era un hombre educado
en la universidad y tenía conocimientos que él jamás recibió y además su hijo si estaba informado de lo que sucedía en el país a través de todos los medios de
comunicación.
Siguiendo los consejos de su hijo comenzó a recortar gastos.
Despidió a su personal, vendió el nuevo local y regreso al antiguo, retiró los
grandes anuncios y disminuyó la producción. La calidad de su pan disminuyó al comprar
ingredientes de baja calidad para así poder ahorrar.
La clientela comenzó a
disminuir drásticamente, ya no era el mismo pan de antes, el pan que ellos
buscaban.
Y no pasó mucho tiempo para que su local luciera vacío, sin
gente y con poco pan.
Entonces se dijo a sí mismo: -"Mi hijo tenía toda la
razón... Estamos teniendo una gran crisis".
Esta historia nos
enseña que si nosotros creemos que vamos al fracaso, seguro que lo haremos.
Si creemos que vamos a
ganar, con toda seguridad ganaremos.
No cabe duda que
cuando nosotros tenemos una mente positiva, los conocimientos y la asesoría
correcta se logran todos nuestros objetivos.
De lo contrario siempre se ha visto que las sombras del
pesimismo y del pensamiento negativo más la
falta de experiencia nublan todo y nos pueden llevar a
perder lo mucho o poco que se ha ganado.
Es una elección personal, una elección muy simple.