lunes, 29 de abril de 2019

¿Aprender? mmm... ¿Por qué y para qué ?


Hay un par de frases que dice: “El conocimiento es poder” y “el conocimiento nos hará libres” y ambas son muy ciertas.

Cuando uno se encuentra ante un problema la solución se descubre más fácilmente si tenemos los conocimientos adecuados para resolverlo. Un ejemplo sencillo sería el de comprender las instrucciones de la receta de aquel postre que tanto nos gusta y gracias a que aprendimos a leer lo podemos disfrutar una y otra y otra vez. ¿Te imaginas que no supieras leer? Si así fuera dependerías totalmente de otra persona.

Si, sé que es un ejemplo muy simple pero creo que muy ilustrativo de lo que es el aprendizaje básico (leer, escribir, hacer operaciones matemáticas sencillas).

Entonces hay que hacerse otra pregunta: ¿Qué debería aprender? A mí no me interesa aprender a hablar malayo o todo sobre la teoría de las cuerdas o cómo resolver ecuaciones de mil variables para determinar la existencia de un planeta a miles de años luz de mi casa.
Por eso debo aprender de aquello que llama mi atención, de aquello que me es o me será útil. Deberíamos ser fieles a nuestras cualidades naturales, las  cuales son diferentes de persona a persona. Algunas son prácticas, otras son analíticas, hay a quien le gusta crear arte, hacer música o innovar en áreas específicas. Hay quienes tienen habilidades sociales y les agrada rodearse de gente a la cual pueden ayudar, cuidar, enseñar. Hay a quien le gusta guiar y también hay gente a la que les gusta que los guíen. Hay quien prefiere el orden y hay quienes les gusta lo imprevisible.

Somos los seres humanos unos entes que tenemos la necesidad de aprender, de elevar nuestro conocimiento para trascender como individuos y como sociedad.

Aquí te va otro ejemplo. El trabajo y el conocimiento de más de 400,000 (si, cuatrocientos mil ¡Uff!) ingenieros, científicos y técnicos llevó a un hombre a ser el primero en pisar la luna (discusión aparte si fue cierto esto o no).
Así que… no dejes de aprender.


“la raza humana se dividirá en dos clases: la de los hombres que razonan y la de los hombres que creen, la de los amos y la de los esclavos” ( Nicolas de Condorcet,  1743-1794 )