Hay un par de frases que dice: “El conocimiento es poder” y “el conocimiento nos hará libres” y ambas son muy ciertas.
Cuando uno se encuentra ante un problema la solución se
descubre más fácilmente si tenemos los conocimientos adecuados para resolverlo.
Un ejemplo sencillo sería el de comprender las instrucciones de la receta de
aquel postre que tanto nos gusta y gracias a que aprendimos a leer lo podemos
disfrutar una y otra y otra vez. ¿Te imaginas que no supieras leer? Si así
fuera dependerías totalmente de otra persona.
Si, sé que es un ejemplo muy simple pero creo que muy
ilustrativo de lo que es el aprendizaje básico (leer, escribir, hacer
operaciones matemáticas sencillas).
Entonces hay que hacerse otra pregunta: ¿Qué debería
aprender? A mí no me interesa aprender a hablar malayo o todo sobre la teoría
de las cuerdas o cómo resolver ecuaciones de mil variables para determinar la
existencia de un planeta a miles de años luz de mi casa.
Por eso debo aprender de aquello que llama mi atención,
de aquello que me es o me será útil. Deberíamos ser fieles a nuestras
cualidades naturales, las cuales son
diferentes de persona a persona. Algunas son prácticas, otras son analíticas,
hay a quien le gusta crear arte, hacer música o innovar en áreas específicas.
Hay quienes tienen habilidades sociales y les agrada rodearse de gente a la
cual pueden ayudar, cuidar, enseñar. Hay a quien le gusta guiar y también hay gente
a la que les gusta que los guíen. Hay quien prefiere el orden y hay quienes les
gusta lo imprevisible.
Somos los seres humanos unos entes que tenemos la
necesidad de aprender, de elevar nuestro conocimiento para trascender como
individuos y como sociedad.
Así que… no dejes de aprender.
“la
raza humana se dividirá en dos clases: la de los hombres que razonan y la de
los hombres que creen, la de los amos y la de los esclavos” ( Nicolas de
Condorcet, 1743-1794 )
