Cada 8 de septiembre, el mundo entero se pone sus mejores gafas de lectura (imagínatelas, aunque sean invisibles) para celebrar el Día Internacional de la Alfabetización. Este día no es cualquier cosa, es el cumpleaños oficial de la capacidad de leer y escribir, establecido por la UNESCO allá por 1966, que supo reconocer que, sin saber leer, escribir o hasta diferenciar entre “haber” y “a ver”, la vida se complica más que entender a un adolescente en modo “emoji-only”.
Pero, ¿qué tan serio es este asunto? Muy serio, aunque a veces nos dé ganas de reír cuando recordamos cómo luchamos para aprender a conjugar verbos o cómo inventamos nuestras propias reglas ortográficas en los mensajes de WhatsApp. La alfabetización es la llave mágica que abre casi todas las puertas del mundo moderno: desde pedir una pizza sin error épico hasta interpretar las instrucciones de un medicamento que no sea un jeroglífico.
Aquí la cosa no es solo saber leer una novela o escribir un poema (aunque eso también está genial), sino la capacidad de empoderarse. Porque saber leer permite no solo entender textos, sino cuestionarlos, descubrir nuevas ideas, inclusive salvarte cuando buscas en Google “cómo arreglar la lavadora” (y sin que el buscador te mande un tutorial para astronautas). Además, en la era de internet, donde todos somos expertos en “alfabetización digital”, es un derecho fundamental para no quedar desconectado de la sociedad actual.
Ahora, imagina que aún hay más de 700 millones de adultos en el mundo que
todavía no han desarrollado estas habilidades básicas. Eso es más gente de la que cabe en muchos países juntos. Por eso, el Día Internacional de la Alfabetización es un recordatorio para que sigamos luchando contra el analfabetismo, porque todos merecemos la oportunidad de acceder a la educación, la información, y sí, hasta a hacer memes con fundamento.
Reflexión final
Aprender a leer y escribir no es solo un logro individual; es un acto revolucionario que transforma vidas, sociedades y culturas. En un mundo donde la información es poder, negar este derecho es condenar a la ignorancia y exclusión. Por eso, celebrar el Día Internacional de la Alfabetización es celebrar la libertad de entender y expresarnos, de conectar con los demás y participar plenamente en la vida. Así que, más que festejar el hecho de “saber leer y escribir”, celebremos que cada palabra que aprendemos nos acerca a un mundo más justo, más humano y, por supuesto, más divertido.


