martes, 28 de octubre de 2014

¡Susto que me llevé!

¡Susto que me llevé!

¡What scare!
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Cuando tengo que hacer un estudio socioeconómico, siempre preparo un día antes mis documentos y el croquis de cómo llegar a la casa a visitar. Rara vez me llevo sorpresas, pero recuerdo ese día, me llevé un gran susto y por supuesto aprendí de ello.

Pasó en los primeros años de ejercer mi labor de trabajadora social en la realización de estudios socioeconómicos; todo estaba bien, llegué a tiempo a la colonia del candidato, pero llegó un punto en el que mi vehículo ya no podía seguir. ¡La calle parecía río empedrado! No sabía qué hacer, el candidato no tenía teléfono en casa, todo fue por medio del celular. Llamé y no respondió a mi llamada. No pensé más que en llegar a su domicilio, sólo tendría que dejar mi camioneta estacionada y bajar esa calle “empedrada”, realizar la entrevista y ¡listo! Regresar a mi centro de trabajo.

Después de caminar con mucho cuidado y de bajada esa calle, pues llevaba zapatillas (en ese tiempo no había “google maps”, para advertirme el estado tan mal, en el que se encontraba la calle de mi destino), como pude llegué a la casa del candidato.

La entrevista se llevó a cabo muy bien, sin contratiempos. A mitad de la misma, la madre del investigado extrañada me preguntó: “¿vino en carro o en transporte público?”, a lo que le respondí que había llegado en mi carro, después me preguntó que ¿dónde lo había dejado? Y le respondí que calle arriba, debido a que no había podido bajar en él.  Con cara sorprendida y preocupante la señora me dijo las palabras que verdaderamente me asustaron: “Licenciada, ojalá que encuentre su camioneta todavía y, cuando se vaya, fíjese muy bien, no vaya a haber algún malandro y le saque un susto”. 
En ese momento creo que el color se fue de mi rostro, me asusté tanto que la entrevista la terminé fugazmente y pedí al candidato que me acompañara, pues yo no quería salir ya sola de esa casa.

En mi caminata de regreso, acompañada de candidato, sólo pensaba en qué iba a hacer si mi camioneta ya no estaba, si salía un delincuente. Estaba arrepentida de haber acudido a esa entrevista, en ese momento sólo me repetía una y otra vez que “ya no volvería a dedicarme a las visitas domiciliarias”. Estaba tan asustada que lo único que quería hacer era salir inmediatamente de ese lugar.

Cuando subimos la calle, ¡estaba mi carro!, sólo solté un suspiro de alegría, pero el candidato sí que conocía su colonia, pues se puso a revisar cada parte de mi carro, me dijo que a veces ponían drogas en la parte baja de los vehículos o que ponchaban las llantas para que no pudieran salir las personas y asaltarlas en ese momento; en fin, un sin número de cosas que me dijo que ya ni siquiera me despedí de mano del candidato, sólo me subí a mi carro y me fui, quería salir de esa colonia inmediatamente.

Asustada llegué a mi centro de trabajo y comenté a mis colegas lo sucedido, se quedaron atónitas con todo. Pasó un rato, yo ya estaba mas tranquila y decidimos tener una junta urgente para tratar el tema y tomar medidas de seguridad.

Es cierto que muchos candidatos viven en zonas muy vulnerables a todo, donde hay mucha inseguridad, y nosotros debíamos valorar los riesgos que existieran, llegamos a la siguiente conclusión, consejo que te doy:

Antes de que acudas a la entrevista pregunta entre tus conocidos, inclusive al candidato, cómo es el camino a su domicilio y su colonia, con todos los detalles posibles. Si es muy riesgoso llegar al domicilio solo, es mejor que la entrevista la lleves a cabo en tu centro de trabajo o en algún punto neutral, y posterior a ella acudas con el candidato a su domicilio, hagas las verificaciones correspondientes de un estudio socioeconómico y así los riesgos que por naturaleza existen en este trabajo se pueden disminuir.


Recuerda, la integridad de uno es primordial en cualquier circunstancia.

Créanme, me impactó tanto esa experiencia que ahora reviso cada detalle antes de llegar a una entrevista socioeconómica.



¡Saludos!