¿Profesión
por el destino?
¿Profession by fate?
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Hola, estaba leyendo un
artículo sobre cómo disfrutar la profesión que elegimos y recordé que cuando
estaba joven mi mayor ilusión era ser abogada, siempre me soñé con estar
defendiendo a las personas que injustamente eran tratadas.
Desde chica me desenvolví en
ambientes en donde el objetivo principal era ayudar a los demás. Recuerdo que
antes de elegir la profesión que ahora ejerzo (Lic. Trabajo Social) recorrí un
par de carreras más porque que en la ciudad donde vivía no existía la
licenciatura en derecho
y mis padres no permitieron que dejara de estudiar. Las
carreras a las que entré no tenían nada que ver con ser abogado ni ayudar a la
gente, pero algo tenía que hacer.
Por fin hubo un cambio de ciudad,
pues a mi padre lo movían constantemente, y adonde nos fuimos mi familia y yo,
la universidad de ahí sí contaba con la carrera que tanto anhelaba: Lic. en Derecho.
No sé si fue la suerte o que llegaba de otro estado o que había pasado año y
medio desde que salí de la preparatoria o que hacer la mudanza no me permitió
estudiar lo suficiente, etc., tampoco quiero pensar ya en cuál fue el motivo,
lo que sí, es que no quedé en la universidad. Así que mis padres me pusieron a
trabajar. Pasó un año y yo ya estaba resignada a no seguir estudiando; me
dedicaría a trabajar.
Un día mis padres me invitaron
a acompañar a mi hermana menor a Guadalajara, ya que ella ingresaría en aquella
bella ciudad a la universidad, y acepté. Total, pensé, un paseo no me hace mal.
Acompañé a mi madre y a mi hermana y mientras esperaba a que ellas entraran a
una entrevista vi un letrero que decía “información” arriba de un kiosco con
trípticos de todas las carreras ofrecidas. Comencé a revisarlas, claro fue que
el primer tríptico que tomé fue el de la carrera de derecho, sólo pensaba en lo
bonito que hubiera sido haber estudiado esa carrera pero, como ya me había
decidido a trabajar, no pensaba siquiera en intentar entrar a esa universidad. Recuerdo
que dejé el tríptico y tomé al azar otro, el cual comencé a leer; y no me van a
creer, pero cada palabra que estaba escrita sobre el perfil de un profesionista
en trabajo social era la descripción de mí. Me acaparó tanto lo que decía que
continué leyendo sobre el campo de acción de un trabajador social. En ese
momento lo único que pensé fue que había encontrado lo que realmente quería ser:
Licenciada en Trabajo Social, ya ni siquiera pasó por mi mente la carrera de
derecho, sólo me acerqué a mi madre en cuanto salió de la entrevista y le solicité
la oportunidad de entrar a esa carrera.
Cuando le mencioné mi interés
de regresar a la escuela sólo vi sus ojos brillantes; estaba gustosa de
saberlo, inmediatamente hizo todos los trámites para que yo ingresara a esa
universidad. Yo pensé en lo previsora que era mi madre al llevar mis
documentos, ¡así era ella!, hasta que me percaté que realmente no fui a dar un
paseo: mis padres lo habían hecho a propósito pues su intención era que me
interesara de nuevo en el estudio. Estoy segura que fui porque en esa escuela
encontraría el complemento a mi estilo de vida.
Debo decir que a pesar de que
la abogacía es una carrera que me encanta, el trabajo social me apasiona; soy
feliz ayudando a la gente y de una u otra forma lo he hecho siempre.
Ahora puedo decir que el
tiempo ha sido siempre mi mejor consejero y que por algo las cosas así se
dieron. Tuvieron que pasar tres años para que pudiera conocer la profesión que
me ha complementado hasta hoy.
Sé que no soy perfecta, pero
soy una orgullosa trabajadora social.
¡Saludos!