lunes, 27 de octubre de 2014

¿Profesión por el destino?



¿Profesión por el destino?

¿Profession by fate? 
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Hola, estaba leyendo un artículo sobre cómo disfrutar la profesión que elegimos y recordé que cuando estaba joven mi mayor ilusión era ser abogada, siempre me soñé con estar defendiendo a las personas que injustamente eran tratadas.

Desde chica me desenvolví en ambientes en donde el objetivo principal era ayudar a los demás. Recuerdo que antes de elegir la profesión que ahora ejerzo (Lic. Trabajo Social) recorrí un par de carreras más porque que en la ciudad donde vivía no existía la licenciatura en derecho

y mis padres no permitieron que dejara de estudiar. Las carreras a las que entré no tenían nada que ver con ser abogado ni ayudar a la gente, pero algo tenía que hacer.

Por fin hubo un cambio de ciudad, pues a mi padre lo movían constantemente, y adonde nos fuimos mi familia y yo, la universidad de ahí sí contaba con la carrera que tanto anhelaba: Lic. en Derecho. No sé si fue la suerte o que llegaba de otro estado o que había pasado año y medio desde que salí de la preparatoria o que hacer la mudanza no me permitió estudiar lo suficiente, etc., tampoco quiero pensar ya en cuál fue el motivo, lo que sí, es que no quedé en la universidad. Así que mis padres me pusieron a trabajar. Pasó un año y yo ya estaba resignada a no seguir estudiando; me dedicaría a trabajar.

Un día mis padres me invitaron a acompañar a mi hermana menor a Guadalajara, ya que ella ingresaría en aquella bella ciudad a la universidad, y acepté. Total, pensé, un paseo no me hace mal. Acompañé a mi madre y a mi hermana y mientras esperaba a que ellas entraran a una entrevista vi un letrero que decía “información” arriba de un kiosco con trípticos de todas las carreras ofrecidas. Comencé a revisarlas, claro fue que el primer tríptico que tomé fue el de la carrera de derecho, sólo pensaba en lo bonito que hubiera sido haber estudiado esa carrera pero, como ya me había decidido a trabajar, no pensaba siquiera en intentar entrar a esa universidad. Recuerdo que dejé el tríptico y tomé al azar otro, el cual comencé a leer; y no me van a creer, pero cada palabra que estaba escrita sobre el perfil de un profesionista en trabajo social era la descripción de mí. Me acaparó tanto lo que decía que continué leyendo sobre el campo de acción de un trabajador social. En ese momento lo único que pensé fue que había encontrado lo que realmente quería ser: Licenciada en Trabajo Social, ya ni siquiera pasó por mi mente la carrera de derecho, sólo me acerqué a mi madre en cuanto salió de la entrevista y le solicité la oportunidad de  entrar a esa carrera.


Cuando le mencioné mi interés de regresar a la escuela sólo vi sus ojos brillantes; estaba gustosa de saberlo, inmediatamente hizo todos los trámites para que yo ingresara a esa universidad. Yo pensé en lo previsora que era mi madre al llevar mis documentos, ¡así era ella!, hasta que me percaté que realmente no fui a dar un paseo: mis padres lo habían hecho a propósito pues su intención era que me interesara de nuevo en el estudio. Estoy segura que fui porque en esa escuela encontraría el complemento a mi estilo de vida.
Debo decir que a pesar de que la abogacía es una carrera que me encanta, el trabajo social me apasiona; soy feliz ayudando a la gente y de una u otra forma lo he hecho siempre.

Ahora puedo decir que el tiempo ha sido siempre mi mejor consejero y que por algo las cosas así se dieron. Tuvieron que pasar tres años para que pudiera conocer la profesión que me ha complementado hasta hoy.

Sé que no soy perfecta, pero soy una orgullosa trabajadora social.


¡Saludos!