martes, 14 de octubre de 2025

Dicen los viejos del barrio —esos que saben más que Wikipedia y menos que su abuela— que el Día Mundial de la Costurera (14 de octubre)

Dicen es el único día del año en que los carritos de tamales y los de camotes firman una tregua temporal. Ni siquiera el panadero se mete. Todos se ponen de acuerdo: hoy se rinde homenaje a esas manos mágicas que convierten una sábana vieja en cortina de lujo, y si les sobra media hora, en disfraz de fantasma para los chamacos que van a pedir “dulce o truco”… para "Jalouín)"

 El sol apenas asoma y ya se escucha el “trac trac” de la máquina de coser. Las costureras entran en modo combate: Doña Lupita con su dedal blindado (heredado de su bisabuela y con más historias que un capítulo de Mujer, casos de la vida real), Doña Conchita con gafas de aumento que parecen lupas, y la joven Marifer, que aprendió a coser viendo tutoriales en TikTok pero ya juró en la Virgen de Guadalupe que puede hacer un vestido de quinceañera con la lona de una sombrilla que se encontró.

En las casas mexicanas, este día es como confesionario:
—“Oye Má, ¿me arreglas el pantalón? Es que intenté brincar la barda… y la barda no me quiso dejar.”
—“Doña, ¿esto todavía se puede salvar?” —dice una señora mostrando una camiseta que parece haber sobrevivido a un ataque zombi.
Y si la costurera dice que sí… aunque ese milagro esta fuera del alcance de los simples mortales.

La leyenda dice (inventada por Doña Chona del puesto de elotes, pero ya es tradición) cuenta que cada 14 de octubre, al caer la tarde, las costureras se reúnen bajo el ahuehuete de la plaza a debatir temas trascendentales: cuál hilo sirve para coser amor propio, si las tijeras cortan malos recuerdos, y si esa aguja que se perdió en 2012 ya regresó convertida en imperdible con actitud.

Por la tarde, el grupo de WhatsApp “Costura y Chisme SOCIEDAD ANÓNIMA” explota:

“Acabo de zurcir una mochila tan rota que parecía bolsa de mandado de fin de quincena… ¡y todavía tenía recibos del Oxxo de 2019!”
“Me trajeron una camisa con más agujeros que la trama de La Rosa de Guadalupe después del capítulo del trillizo.”
“¿Alguien sabe cómo quitar mancha de salsa de enchiladas con puntadas invisibles? Porque si uso cloro, el cliente dice que ‘se siente la tristeza del algodón’.”
“Dicen que si hoy enhebras la aguja al primer intento, te sale tarea fácil todo el año… ¡y hasta te podrías ganar la lotería!, siempre y cuando compres boletos”

Una costurera responde:

“Si logro encontrar hilo que combine con los calcetines del cliente… ¡ya no pido aumento, pido santidad!”

 Llega el cliente final del día: un joven desesperado, sudando más que en el examen final de cálculo.
—“¡Doña, le juro que esta vez sí le traigo café! Pero por favor, arrégleme el cierre antes de mi cita con la chica de Tinder… ¡dice que le gustan los hombres ‘bien arreglados’!”
Doña Lupita, sin dejar de coser, responde con una sonrisa de sabiduría ancestral:
—“El café ayuda, mijo. Pero aquí lo importante no es el cierre… ¡es que no cierres el corazón de tanto coserlo!”

Al atardecer, los mitos crecen como moho en pan de ayer. Se dice que las costureras leen el futuro en la tela: si queda arrugada, viene lluvia; si la puntada se sale, cuidado con el jefe; y si el hilo se enreda… es que alguien está mintiendo en el grupo ese ede WhatsApp.

En algunos barrios, los niños juran que los alfileres mágicos conceden deseos: si los encuentras alineados en forma de estrella, el examen será fácil… y si están en forma de corazón, ¡te va a escribir tu crush! (Aunque sea para pedirte apuntes.)

Ya entrada la noche, las costureras cierran sus máquinas y celebran con pastel de zanahoria decorado con betún en forma de carrete de hilo… y un karaoke improvisado donde la canción favorita es “Hilo y aguja”, himno no oficial de quienes arreglan la vida entre puntada y puntada, y a veces, sin que nadie se dé cuenta, también arreglan almas.

Doña Lupita, cansada pero con el alma llena, suspira mientras guarda su dedal:
—“Hoy no solo remendé pantalones… también corazones rotos, recuerdos descosidos y un orgullo que ya olía a naftalina. Mañana, seguro, me traen el disfraz de dinosaurio para el hijo del vecino… ¡pero yo puedo con todo! A fin de cuentas, si no hay tela, ¡se inventa con cortinas!” 

La vida se cose con hilo fino,
       la vida es un traje a medida, oye.
La vida no tiene patrones no,
             la vida con hilo y aguja pasa la vida.